viernes, 22 de agosto de 2014

Licurgo


Cierto día, en Atenas, varios ciudadanos le pidieron a Licurgo, legislador de Esparta y destacado orador, que hablara sobre la educación y él accedió, con la condición de que le concedieran un año para preparar el discurso.
 Quienes le hicieron la invitación consideraron, en un primer momento, que un año era demasiado tiempo para preparar un discurso, dada la facilidad de palabra y los conocimientos de Licurgo. Pero como el legislador Insistió, se lo concedieron sin más.
 Al año, en la fecha señalada, Licurgo apareció en el ágora que, como se sabe, era la plaza pública en las ciudades de la antigua Grecia. Llevaba consigo dos liebres y dos perros. 
De repente, dejó escapar a una de las liebres y tras de ella a uno de sus perros. En segundos el perro alcanzó a la liebre y la mató, dando muestras de gran ferocidad.
 Los atenienses reunidos allí aún comentaban la sangrienta escena, cuando Licurgo liberó a la segunda liebre y al segundo perro. Pero éste, en lugar de perseguirla y matarla, se acercó cariñoso a la liebre y comenzó a jugar con ella, sin hacerle daño.
 He aquí —dijo Licurgo— los efectos de la educación: he pasado un año educando a este perro y enseñándole que no le haga daño a las liebres. El otro perro, en cambio, no ha sido educado y por eso sólo obedece a sus instintos brutales.


Puerto Gongora Alfredo Javier,Villanueva Couoh Francisco Jesus ,Escalante Perez Lorenzo (Julio 2013) LOGICA. Editorial Book Mart, Mexico. Pàg 27.

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